Muchas veces puedes encontrarte con que tu gestor de proyectos (product owner, product manager, CTO, como quieras llamarlo) puede ser pesad@, pero créeme cuando te digo que es mucho mejor tenerlo, porque el hecho de tener que hablar tú como programador con el cliente es… exasperante.

Me explico.

Imagínate esta situación: es un lunes, ocho de la mañana, te pones ante el ordenador para trabajar, lo enciendes. Pegas un sorbo de ese brevaje celestial que te has preparado. Abres el correo y la aplicación de chat de la empresa para ver qué se cuece antes de ponerte con tu nueva tarea, cuando de repente ves esa notificación que te chafa la mañana: el cliente te pide volver a cambiar aquello sobre lo que habéis iterado por lo menos trece veces.

Y sabes que no será la última vez.

Pegas otro sorbo de café mientras lees el correo, donde el cliente te dice que “está todo perfecto, pero…”. Después de ese mail ves que tu jefe ha respondido por ti, diciendo que “no hay problema” y que “lo tendremos listo en breves”. ¿Cómo que “tendremos”?

“¡Serás cabrón!”, pasa por tu cabeza.

Es en ese momento cuando le envías un mensaje al jefe preguntándole sobre la situación, y te dice por enésima vez que “es el último empujón antes de sacar el proyecto y pasar a algo nuevo”. Aunque ya sabes que no será así.

De esta manera, pasan las semanas, los meses. La monotonía se instaura en tu vida profesional, iterando una y otra vez sobre el mismo código, cambiando un pequeño detalle. Cada vez con menos ganas, menos profesionalidad y menos calidad. Hablas por el chat del curro con tus colegas de la mierda de situación, y ellos te dicen que están en las mismas. No hay progreso, no hay avance. Y no sabes cómo, pero a final de mes la empresa tiene para pagarte. Porque siempre estáis haciendo lo mismo para la misma persona. Como si pagasen por el mero gusto de querer hacer perder el tiempo a alguien.

Hasta que uno de tus colegas te dice que está mirando de cambiar de curro por Linkedin. Entonces se te iluminan los ojos. ¿Un nuevo reto profesional?

Es entonces cuando coges tu CV, le quitas el polvo y lo actualizas. Lo empiezas a enviar a decenas de empresas y aplicando a toda oferta que veas lo más mínimamente interesante.

Sin saber cómo, acabas en una videollamada con una turca que vive en holanda y te habla en inglés sobre cómo hacer una app de compras a domicilio para Barcelona. Y así varias veces, porque no siempre consigues pasar todos los filtros a la primera.

Finalmente, una empresa dice que le pareces la persona que están buscando y te hacen una oferta. ¿La aceptas?

Pues algo así me pasó a mi. No tenía ganas de nada más que no fuese encontrar un curro nuevo donde me desafiasen a nivel mental y tuviese algo remotamente parecido a un gestor de productos que me defendiese de clientes que no hacían más que volver a iterar una y otra vez sobre la misma maldita cosa. Esa misma tarde acepté la oferta y presenté mi dimisión.

A veces puedes tener mucha suerte con tu curro, y tener un futuro brillante e interesante ante ti, pero también puede pasar todo lo contrario, que te quedes estancad@ y necesites algo más. Algo que sea remotamente diferente, porque estás quemad@ de hacer lo mismo una y otra vez, sin novedades a la vista siquiera.

¡Salud, y que la vida os depare muchos retos profesionales!